INCÓMODOS
Centro Cultural LE PARC- MENDOZA
9-4-2014
Son sólo indispensables las cosas inútiles. Francis Picabia (1916)
Desde esta perspectiva del cálculo de utilidad propia entendemos lo que dijo el dadaísta Francis Picabia en el café Voltaire de Zûrich durante la Primera Guerra Mundial: “Lo indispensable es inútil”. Lo indispensable es: la convivencia, la paz, el cuidado de la naturaleza. No entra y no puede entrar en el cálculo de utilidad. Por tanto, es inútil. Donde más utilidad aparece, es donde no se respeta la convivencia, donde se puede hacer la guerra siempre y cuando el cálculo prometa utilidades y donde se pueda destruir la naturaleza al antojo. Lo indispensable es inútil.
Franz Hinkelammert (2012, 177)[1]
Siempre por el lado débil aparecen las fallas. Lo que es la estrategia de globalización no se ve en la bolsa de Nueva York, sino en Haití, en África, en muchas partes de Asia, también en las villas-miseria de América Latina, y también en el Bronx. El núcleo de la estrategia de globalización es lo que se ve allí. Lo otro es una pantalla. Se ve también en la naturaleza maltratada, que grita las fallas de esta estrategia. Allí está presente la catástrofe que está en curso. Anuncia lo que nos espera a todos si no decidimos que los elegidos de Dios son estos: los débiles, los más castigados por la globalización capitalista; es decir: los seres humanos oprimidos, excluidos, y la naturaleza, degradada, destruida. Escapar a la catástrofe presupone orientar la acción a partir de la solución de sus problemas.Franz Hinkelammert (2013, 96)[2]
Las proyecciones animadas de Héctor Romero, que integran esta muestra en el Espacio Cultural Julio Le Parc, son incómodas, inquietantes. Construcciones formales y sonoras muy sencillas, pero a la vez extrañas, molestas, perturbadoras, demandan nuestra atención, solicitan ser observadas y escuchadas, tocan a la puerta de nuestra sensibilidad auditiva y visual, pero a cambio no dicen ni muestran mucho, casi nada.De diverso modo, apelando a diversos recursos, estas proyecciones animadas contienen algo que no pertenece a los registros habituales en los que nuestra vida transcurre, monótona hasta el automatismo, pero tranquila, imperturbable, satisfecha. Nos movemos dentro de cauces que han performateado nuestra sensibilidad, nuestra percepción y nuestro pensamiento; fuera de ellos estamos perdidos, desorientados, incómodos. El sistema nos tranquiliza, nos adormece; nos provee de anteojeras que dirigen nuestra atención hacia la zanahoria que cuelga un metro delante de nuestra nariz.